Rescatando los buenos momentos
Entre toda mi correspondencia virtual, antes de las noticias y después de los detalles del clima, estaba el correo de un amigo, había llegado por la mañana, antes de levantarme. Los tiempos cambian y muchas cosas quedan solo en el recuerdo, como la vieja correspondencia impresa, escrita a mano, con tinta azul o negra y a veces de algún otro color. En aquellos tiempos, no llegaban tantas cartas, apenas algunas de nuestros familiares y conocidos que vivían en otra ciudad.
Ahora revisar el correo electrónico es cosa de todos los días y la verdad, es tanta la correspondencia que llega, aun de amigos de la misma ciudad que el tiempo a veces es corto para revisarla toda antes de salir a trabajar. Hay quien en el trabajo debe atender su correspondencia y otros dejan algo que leer para más tarde, antes de comer o después de cenar.
Leyendo el correo de mi amigo, es que reflexioné sobre los cambios que hemos experimentado en los últimos años, pero más, en estos últimos meses que nos ha tocado vivir. Y es totalmente cierto lo que leí:
Hoy, podemos hablar de las cosas positivas que nos ha dejado este tiempo especialmente doloroso.
Hoy… volvimos a manejar con cortesía, nadie se mete entre los carros, no se oyen maldiciones de carro a carro y no es porque de repente aprendimos a manejar correctamente, pero ahora, nadie te critica si vas despacio, o no hiciste lo correcto, no se oyen bocinas con recordatorio maternales, respetamos mejor las reglas de trafico. Nos hemos vuelto mas tolerantes y menos irritantes en las horas pico.
Ahora volvieron los domingos familiares, comidas caseras con la familia, llamadas mas frecuentes a los parientes lejanos y los que están fuera están más pendientes de los de aquí. Queremos saber si la tía esta bien y si las primas traerán a los nuevos miembros para que juntos celebremos la vida.
Por la noche cenamos juntos, nos recogemos temprano, nos desvelamos menos, nos sentimos mas seguros en el hogar que en las calles.
Las madres más despegadas están más pendientes de los jóvenes y ellos a su vez están más conectados con la actividad en casa.
Los estudiantes se reúnen a estudiar y eso hacen. Temprano regresan a casa y permiten que los padres los recojan.
Andamos mas en grupos, somos mas serviciales, nos agrupamos entre iguales, ya no mas llaneros solitarios.
Dejamos recados en el refrigerador para informar en donde estamos incluyendo el número telefónico y dirección. Conocemos más a los amigos de nuestros hijos y permitimos menos que se queden fuera de casa.
En fiestas de cumpleaños, gozamos los juegos de mesa y la bohemia con guitarras o Kareoques.
Si alguien no llega a tiempo a una cita lo buscamos y nos aseguramos de que esté bien.
Evitamos los anuncios luminosos y los grandes anuncios espectaculares y la música publicitaria estruendosa, así que le bajamos a la contaminación visual y auditiva.
En los negocios de servicio, se redoblaron los esfuerzos para captar clientes y te atienden como rey en todas partes, en los bancos hasta te hacen buena cara, en los restaurantes se pulen mucho en el servicio y en el sazón y que decir de los precios, hay promociones en todos los negocios que han sobrevivido y que compiten por pocos pero fieles clientes.
Todos cuidamos nuestros trabajos, bendecimos a nuestros empleadores y la calidad y la excelencia al fin tienen su justa dimensión.
Las cosas cambian y nosotros también, las iglesias están llenas, todos estamos buscando a Dios. Sabemos que necesitamos un milagro. Oramos más. Cuidamos todo, apreciamos lo que tenemos. Agradecemos cada día la vida. Y seguimos aquí, en esta tierra que bendecimos y amamos.
Sin sentir, sin planearlo y mucho menos imaginarlo, estamos rescatando esos buenos momentos del pasado.